Está historia se remonta a 1994 cuando yo tenía 4 años, por qué a 1994, bien un día, de ese año, yo estaba con mi mamá en el centro de Bucaramanga y pasamos por un negocio de venta de libros.
A mi mamá le llamó la atención un libro en especial, recuerdo que la pasta era verde, lo tomó lo ojeó y me lo compró. Cuando llegamos a las casa ese día mi mamá se dio cuenta que el libro estaba marcado, así que llegamos a las conclusión de que el libro era robado.
Ese fue mi primer libro que en realidad era una cartilla con mucho trabajo por hacer.
Cuando recién tuve en mis manos la cartilla me gustó mucho, pero después me fui dando cuenta que no era tan divertida, ahora mi mamá me había restringido las horas de televisión -que sigue siendo mi adoración- por desarrollar todas las actividades de la dichosa cartilla.
No puedo negar que aprendí mucho: desde escribir los colores, mamá y papá hasta escribir mi nombre, que para esas épocas me parecía largo y feo.
Después mi mamá me matriculo en la escuelita del barrio para cursar el grado cero... ¿qué es eso?, su nombre lo dice cero, porque no aprendí nada diferente a lo que la cartilla me había enseñado, aun pienso que ese grado fue una pérdida de tiempo.
Pronto, para 1997 ya me encontraba en primer grado de primaría, recuerdo que mi profesora no me quería porque yo era muy cansona, pero para su pesar yo era muy buena estudiante.
Tuve otra cartilla y descubrí frases más complejas como "amo a mi mamá" y cosas así.
De todas las memorias que vienen a mi mente acerca de ese año hay uno muy significativo:la letra "S".
Fue la más difícil de todas, la que más trabajo me costó aprender, nunca podré olvidar la maldita frase que más tarde en reconocer y aprender: "ese sapo se asoma" sin contar que por esos tiempos mi mamá era muy rígida y cada vez que leía mal la frase tenía que soportar un varazo.
Continuará...
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